El LPR (Reflujo Laringofaríngeo), también conocido como reflujo silencioso, es una forma de reflujo que puede afectar a la laringe, la faringe, la boca o vías respiratorias. A diferencia del típico ardor de estómago del reflujo gastroesofágico (ERGE), este tipo de reflujo puede cursar sin ardor, lo que hace que pase desapercibido durante mucho tiempo.
Tos crónica, especialmente al acostarse
Sabor amargo en la boca y garganta
Dolor o ardor en la garganta
Molestias o dolor al tragar
Sensación de tener un bulto en la garganta (globo faríngeo)
Dificultad para respirar o disfagia
Mucosidad persistente o carraspeo frecuente
Goteo postnasal
Halitosis (mal aliento)
Lengua blanca
Irritación o inflamación de las cuerdas vocales
Ronquera, laringitis o pérdida de voz
Síntomas similares al asma
Erosiones dentales
Otitis media
Fibrosis pulmonar (relación menos clara)
Tos crónica.
Dolor crónico de garganta.
Inflamación de las cuerdas vocales.
Úlceras en los pliegues vocales.
Formación de granulomas (masas anormales) en la garganta.
Laringitis persistente o recurrente.
Trastornos de la cavidad oral (caries, infecciones,...)
Incremento en el riesgo de padecer trastornos pulmonares y respiratorios.
Agravamiento de la frecuencia y severidad de síntomas en casos de asma, bronquitis y enfisema.
Neumonía recurrente.
Mayor riesgo de desarrollar cáncer de laringe y esófago.
Se han propuesto dos mecanismos principales que explican los síntomas respiratorios y laríngeos del reflujo:
1. Reflujo directo
El contenido gástrico asciende no solo al esófago, sino que atraviesa el esfínter esofágico superior, llegando a la garganta, laringe e incluso las vías respiratorias por microaspiraciones. Esta exposición directa puede dañar los tejidos más sensibles.
2. Reflejos vagales o nerviosos
El reflujo, al estimular receptores nerviosos en el esófago, activa reflejos autonómicos que generan tos, broncoconstricción o molestias respiratorias, incluso sin que el ácido llegue físicamente a esas zonas.
A menudo, las personas que lo padecen no relacionan sus síntomas con el aparato digestivo, y terminan yendo de un especialista a otro (otorrinos, neumólogos, dentistas) sin una respuesta clara.
Es importante tener en cuenta que:
Muchos casos de LPR son multifactoriales
La mejoría con tratamientos clásicos antiácidos es variable
Se necesita un enfoque integral y personalizado, que incluya alimentación, hábitos y seguimiento médico
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